ENFERMO DE PODER
¿Existe la enfermedad del poder?.Pregunta que muchos se hacen y que algunos la ven como improbable.
Pero aquí en el Perú existe un ejemplo más que evidente: Fernando Olivera, personaje político que luego de su debacle en el poder acompañando a Perú Posible, hoy trata de aferrarse al poder y renuncia a su candidatura presidencial para tentar una curul en el Congreso, dizque por que el pueblo se lo pidió.
Para creer el mismo su tremenda mentira, se ha inventado que es su deber histórico y patriótico, y que por sus virtudes está llamado a decentar la imagen del Congreso de la República.
Nada más fuera de la realidad.¿Alguien en su sano juicio puede creerle?. Cuando en mis inicios en el periodismo, allá por los años 90, conocí en el Parlamento Nacional a Fernando Olivera, aún era un tipo creíble, que generaba confianza, y cuyas planteamientos sonaban cuerdos.Inclusive luego de cada exposición que tenía en el pleno del Parlamento venía donde nosotros para consultar que tal le había salido el tema, y si los datos que había aportado eran los correctos.
Por supuesto que nosotros le llamábamos la atención, un poco que destrozabámos su discurso y le brindabámos datos para que sustente mejor su idea. Y entones don Fernando se iba corriendo a pedir la palabra nuevamente.
En ese entonces, los periodistas no sentábamos detrás de los legisladores, a cada ala de la sala de sesiones del hemiciclo de debates.Alguién dirá que a los políticos no hay que creerles y que fuí ingenuo.
Pero en realidad Olivera generaba confianza. Hasta que después vino su transformación.Tras haber criticado al presidente Alejandro Toledo durante toda la campaña electoral del 2001, una vez ingresado al poder éste, Olivera se convirtió en su leal y fiel escudero.
Recuerdo una vez que encontré a Olivera en una recepción en la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) en el 2002, y como supuesto amigo que creía era me acerqué a saludarlo, más por cortesía que por otra cosa.
En ese momento, a Olivera se le había prometido ser embajador en España pero no le daban el cargo. Así que muy inocente le pregunté cuándo se iba a la Madre Patria.
Y simplemente como un ser que no está en sus casillas, me recriminó que cómo era posible que le pregunte eso, y con ojos desorbitados se alejó diciendo que sólo sus enemigos le comentaban ese tema.
Ese sencillo hecho me llevó a la conclusión de que Olivea es un enfermo del poder, que sin él no es nada, y que su existencia no tendría sentido.La postura mostrada en los últimos días, de renunciar por la "patria" a la candidatura presidencial por que nostros los peruanos queremos que este en el Congreso, es una mentira más grande que sólo en su estructura mental puede tener acogida.
Aunque de repente, pensando bien, si queremos que este en el Parlamento, pero sentado en una comisión investigadora respondiendo por el tema de las Cartas Falsas, entre otros temas.
Ignacio Arana
p.d:
(publicado el lunes 13 de febrero del 2006)
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