Friday, October 07, 2011

AY MOCHA, MOCHITA


Como era de esperarse, la ministra de la Mujer Aida García Naranjo, mejor conocida en el mundo comunista peruano como “Mocha”, politizó ayer en el Congreso de la República su responsabilidad en la muerte de tres niños en la localidad de Redondo, en Cajamarca tras ingerir alimentos entregados por el Pronaa, organismo adscrito a su sector.

Utilizó la bien conocida estrategia de que la mejor defensa es el ataque, característica de la grey comunista, felizmente en desaparición en el país. Y uso una intensa verborrea para negar lo innegable, como justificar el tremendo baile de la malagua que se metió con el “Puma” Carranza justo cuando los padres de los niños muertos lloraban su mala suerte.

Lo peor fue que se mostró como una santa paloma, casi un ángel, que no tiene responsabilidad alguna, ni política ni moral, y más bien arguyó el manido recurso de echarle la culpa al gobierno saliente y sus funcionarios atornillados en el Pronaa, que los alimentos los compró la anterior gestión, y que la campaña en su contra de los medios es un ataque al gobierno del presidente Ollanta Humala.

Ya son dos meses que tienen de mandato, tiempo suficiente para empaparse del manejo estatal, para estar con esa fábula del complot contra el actual gobernante.
Mejor hubiese sido reconocer que sí falló, que los funcionarios que colocó como el presidente del Pronaa no funcionaron, que no sabe manejar un portafolio de la naturaleza del Mimdes.

Lo que no podrá la ministra de la Mujer es sacar de la conciencia de los peruanos -que llegan a esa conclusión sólo por sentido común- que ella sí tiene responsabilidad, que fue indolente al danzar en pleno dolor cajamarquino y que su portafolio hace agua por todo lado.

Y lo que doña Mocha no podrá hacer, muy a su pesar, es borrar de la historia del país su funesto y tragicómico papel en esta lamentable muerte infantil a solo escasos sesenta días de gestión.

Pasará a la historia nacional como la ministra que mientras el dolor retorcía a Cajamarca por la muerte de sus niños, ella se entregaba al placer de mover su estructura corporal acompañaba de un pelotero al son de un ritmo tropical.
Y eso es el peor juzgamiento y dictamen que un político- como la ministra de la Mujer - puede esperar.

07/10/2011
iab

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